Cueva del Milodón
El santuario de las bestias
Corría el año 1895 cuando el colono alemán Hermann Eberhard, quien había sido enviado en una misión de reconocimiento de terreno en la Provincia de Última Esperanza, se topaba con el sitio que ahora es conocido como "Cueva del Milodón", lugar donde encontró, entre otras cosas, piel y material óseo pertenecientes a un antiguo pariente extinto de los perezosos, el Mylodon darwini, descubrimiento que llamó bastante la atención en la época y motivó diversas expediciones al sitio, donde a lo largo de los años han ido apareciendo vestigios de diferentes criaturas que habitaron la región de Magallanes hace unos 10,000 años aproximadamente (Pérez y Pérez, 2016).
El animal más conocido del lugar, y el que le da su respectivo nombre, es el ya mencionado Mylodon darwini, un gigantesco perezoso de unos 1,600 kg de masa corporal (Bellido, 2019) que dejó diversos vestigios muy bien conservados en el sitio, los que fueron descubiertos en 1895 e incluían restos de piel, osteodermos y excrementos, descubrimientos que llamaron la atención de paleontólogos del mundo entero y potenciaron el desarrollo paleontológico del país y la Región de Magallanes (Pérez y Pérez, 2016), dando de que hablar aún en nuestros días, pues estos materiales aún son analizados por diversos científicos que cada vez extraen más información sobre aspectos como la increíble armadura dérmica de esta criatura (Toledo et al., 2021). Otros restos de la especie se han hallado también en las localidades de Pali Aike y la gruta de Fell, además de restos óseos asignados a Mylodon sp. provenientes de cueva Los Chingues y Puerto Natales (Canto et al., 2010). Estudios recientes parecen indicar que la dieta de Mylodon incluía tanto vegetales como carne, pues análisis isotópicos realizados con sus restos señalan que pudo ser un carroñero ocasional (Tejada et al., 2021), además, se ha conseguido determinar que la zona fue habitada por milodóntidos durante unos 3,850 años aproximadamente, pues las dataciones de mayor edad hechas sobre ciertos materiales provenientes de la cueva arrojan 13,650 años de antigüedad (Pleistoceno Tardío), mientras que las más recientes indican 9,800 (Holoceno) (Pérez et al., 2021).
Junto a Mylodon vivieron también feroces carnívoros, como es el caso de Smilodon populator, el más grande de los conocidos "tigres dientes de sable", al poseer un rango de masa corporal de 220 a 360 kg, siendo este el registro más austral y tardío de la especie en todo el mundo (Prieto et al., 2010; Christiansen y Harris, 2005); la característica principal de este animal eran sus dos largos colmillos, de hasta 28 cm de largo hasta la corona, cuya utilidad ha sido tema de debate durante años, pues, mientras algunos investigadores proponen que tenían una mordida débil y sus caninos eran frágiles, otros se inclinan por exactamente lo contrario, principalmente debido a diversas evidencias que han sido reportadas en años recientes, como heridas probablemente provocadas por un macairodontino en huesos de gliptodonte y marcas en cráneos de la propia especie Smilodon populator que parecen sugerir peleas entre ellos, registros que evidentemente apoyan la idea de que dichos dientes alargados en forma de cuchilla pudieron servir para atacar presas o penetrar huesos (Chimento et al., 2019); la presencia de este asesino ha sido documentada en Cueva Lago Sofía 4, Cueva del Medio y Cueva del Milodón, aunque los restos hallados en este último sitio se encuentran en museos europeos (Labarca et al., 2008).
En 1899, Santiago Roth describió los restos de un enorme felino proveniente de la Cueva del Milodón, al que bautizó como Iemish listai, que fue considerado como el felino más grande de América del Sur, sin embargo, más de cien años más tarde, en 2016, este material óseo fue reevaluado y asignado a Panthera atrox, más conocido como el "león de las cavernas" o "león americano" (Chimento y Agnolin, 2016), un pariente bastante cercano del león moderno (Panthera leo), aunque sin melena, que esta reconocido como uno de los felinos más grande de todos lo tiempos, pues las mayores estimaciones sugieren que su peso se encontraba en un rango de 350 a 430 kg, con una longitud de entre 2,5 a 3,5 metros, por lo que supera incluso a los tigres dientes de sable (Martin y Klein, 1984; Christiansen y Harris, 2009; Christiansen y Harris, 2005); los orígenes de este colosal asesino se remontan a Siberia, desde donde sus antepasados migraron hacia América, probablemente cruzando por el Puente de Beringia, y se extendieron hasta los confines del continente, como Magallanes (Barnett et al., 2009).
Desde hace varias décadas se conocen también diversos restos pertenecientes a Panthera onca mesembrina, un extinto pariente del jaguar de gran tamaño (150 a 170 kg) que fue otro de los principales depredadores del lugar (Latorre et al., 1991; Diaz, 2010; CONAF, 2015), reportándose materiales óseos suyos para las localidades de Cueva del Milodón, Cueva del Medio, Cueva Chica, Cueva Lago Sofía 4 y Cueva del Puma, además de pequeños indicios de depredación por su parte en huesos de ejemplares de Hippidion saldiasi y Mylodontinae, lo que sugiere que eran sus presas potenciales (Labarca, 2015); algunos materiales atribuidos a esta especie procedentes de Cueva del Milodón han sido reevaluados y asignados a Panthera atrox en años recientes, aunque siguen habiendo otros reportes de su presencia en la zona (Chimento y Agnolin, 2016).
Pero los felinos no fueron los únicos grandes depredadores del lugar, pues otros mamíferos carnívoros como los osos (Ursidae) también han sido identificados en este sitio y sus alrededores, como es el caso de Pararctotherium pamparum, reportado para Cueva del Milodón, y Arctotherium tarijense, hallado en Cueva del Puma, a estas dos especies se les suma otro individuo referido como Arctotherium sp. proveniente de Cueva de Los Chingues; estos animales poseían un tamaño medio, con una masa estimada de 360 kg, y son los osos más australes de América (López et al., 2015; Prevosti, 2003; Labarca, 2015).
Los cánidos están representados en el sitio por la especie Dusicyon avus, un extinto zorro de grandes proporciones que ha sido reportado para las localidades de Baño Nuevo 1, Cueva Fell, Pali Aike, Cueva del Milodón, Cueva Lago Sofía 1 y Cueva del Medio (Labarca, 2015; Canto et al., 2010); este animal del tamaño de un pastor alemán moderno (Canis familiaris) desapareció de América del Sur hace tan sólo 3000 años, aunque sus fósiles en Magallanes datan de hace 10000 (Prevosti, 2009; Borrero, 2008).
Otros vestigios óseos constatan la presencia de caballos en el sitio, aunque se trata de individuos de una especie muy diferente a las modernas, el Hippidion saldiasi, un équido bastante pequeño (de unos 265,60 kg) que se extendió bastante por la región, pues sus restos han sido reportados para múltiples lugares como Cueva Lago Sofía 1, Cueva del Medio, Cueva Fell, Pali Aike, Cueva del Milodón, Cueva de los Chingues, Cueva Lago Sofía 4 y Cueva Las Guanacas (Labarca, 2015; Canto et al., 2010).
Por otro lado, el único Litopterno reportado en el lugar es Macrauchenia patachonica, un mamífero de enormes dimensiones (1.100 kg) que es conocido principalmente la particular disposición de su abertura nasal, la que parece sugerir que poseía una pequeña probóscide (trompa) semejante a los tapires actuales (Tapirus spp.); esta criatura es endémica de Sudamérica y se ha encontrado en muchas otras localidades chilenas, de norte a sur, aunque en Magallanes sus restos se limitan a las localidades de Cueva Las Guanacas y Cueva del Milodón (Labarca, 2015).
Los camélidos están presentes con múltiples individuos indeterminados (Lamini gen. et sp. indet.) de grandes proporciones, de los cuales se han mencionado a las especies Lama guanicoe, Lama owenii, Lama gracilis y a los géneros Vicugna y Lama sp., procedentes de Cueva Lago Sofía 4, Cueva Los Chingues, Cueva del Medio y Cueva del Milodón (Labarca, 2015; Martin et al., 2015).
Existen también vestigios de aves rapaces en sitios como Cueva del Milodón, Cueva Fell y Alero del Diablo, referidos a los géneros Buteo, Geranoaetus, Polyborus, Phalcoboenus, Milvago y Tyto, algunos de los cuales datan del límite Pleistoceno-Holoceno (Alarcón-Muñoz et al., 2017).
Sin duda alguna la fauna pleistocénica de Cueva del Milodón y sus sitios asociados representa uno de los ecosistemas fósiles más importantes de la paleontología chilena, debido principalmente a su gran diversidad, que va desde mortíferos depredadores hasta curiosos herbívoros que coexistieron con algunos de los primeros habitantes del país en uno de los parajes más australes del mundo (Martin et al., 2015).
Referencias:
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